Así que como Pavlov demostró que era posible crear reflejos automáticos, también puedes deshacerte de esos condicionamientos que gobiernan tu vida y reemplazarlos por una nueva programación emocional.
Y aquí está la clave: todo empieza en el cuerpo.
Tu cuerpo es el puente entre tu inconsciente y tu mente consciente.
Cada emoción atrapada en tu inconsciente deja un rastro físico en tu cuerpo: una opresión en el pecho, un nudo en el estómago, una tensión en los hombros.
Estas sensaciones son la forma en que tu cuerpo comunica lo que necesita ser liberado.
Cuando aprendes a escuchar tu cuerpo, tomas conciencia de cómo se está dirigiendo tu energía.
Ese es el primer paso para reprogramar tus emociones: identificar dónde se manifiestan en tu cuerpo, entender qué mensaje te está dando tu inconsciente, y luego reemplazar esa programación automática con una intención consciente.